MI TIEMPO LIBRE: septiembre 2011

viernes

Helado de Vanilla Troyano



Para los que no lo sepan Héctor es el general del ejército griego en el poema homérico de la Ilíada, antagonista de Aquiles, el encargado de defender a su pueblo cuando su hermano Paris en un ataque de calentura decide robarse a Helena (esposa de Menelao) y dar inicio a la guerra de Troya.

Héctor era hijo primogénito del rey troyano Príamo y de la reina Hécuba, hermano de Paris y Casandra. Estaba casado con Andrómaca, hija del rey de los cilicios, con quien tuvo un único hijo, Astianacte.

Homero narra como es que Aquiles ha decidido que él y sus hombres (los mirmidones) abandonaran la batalla, esto condena a los griegos a la derrota a manos de los troyanos; sin embargo, antes de su partida, Héctor y sus tropas atacan el campamento griego; ante la peligrosa ofensiva troyana, las esperanzas griegas se reducen a que Aquiles vuelva a la lucha. Sin embargo, el héroe griego se mantiene renuente a pesar de las súplicas de sus aliados, por lo que su primo Patroclo decide vestirse con la armadura de Aquiles y ponerse al mando de los mirmidones.

Héctor da muerte a Patroclo, pensando que había logrado matar a Aquiles, sin embargo al descubrir su error ordena la retirada del combate, evitando combatir contra Áyax por el cuerpo de Patroclo. Al enterarse de la muerte de su primo, Aquiles clama venganza y acepta volver a la lucha.

Aquiles se acerca a la ciudad y exige que Héctor salga a pelear (este es un punto toral en la historia de la Ilíada así como una escena maravillosa en la película Troya); Príamo pide a Héctor que se quede tras las murallas y haga caso omiso al enojo del griego, sin embargo Héctor decide honrar a su padre y su ciudad saliendo a pelear; Paris y Helena le piden perdón (el problema no era de él y ahora tendra que enfrentarse a un inmortal), en este punto queda claro tanto en el libro como en la película que la salida de Héctor es una sentencia de muerte (nadie cree en una posible victoria de Héctor).

Cuando Héctor se dispone a atravesar las puertas de la ciudad, su esposa Andrómaca, con Astianacte en los brazos, lo detiene y le suplica, en su nombre y en el de su hijo, que no salga. Héctor sabe que Troya y la casa de Príamo están condenados, y que sus destinos serán la muerte o la esclavitud en un país extranjero. Él le explica que no puede rehuir la lucha, y la consuela con la idea de que nadie podrá abatirlo hasta que llegue su hora.

El chiste es que Héctor sale a pelear aún sabiendo que nadie creía que tuviera oportunidad de regresar vivo a su ciudad (ni siquiera él confiaba en poder obtener la victoria peleando contra Aquiles); Deja la ciudad con la melancolía de no ver crecer a su hijo, hace a un lado su deseo de quedarse a lado de su esposa; Va hacia la batalla final sabiendo que la guerra no había sido provocado por él sino por su hermano y una mujer; Abandona le seguridad de su hogar con nada más que la ínfima esperanza que otorga un “que tal si”; Se enfrenta a Aquiles dejando toda esperanza y miedo a un lado, con el conocimiento de que el cuerpo del muerto no será honrado.

Pero bueno, escribo esto porque sentimentalmente me siento un poco confundido, lo cual ha ocasionado un desequilibrio en el resto de mi hermosa y normal vida, de qué sirve haber cumplido mis metas a corto y mediano plazo, enonctrar estabilidad a nivel económico y profesional, iniciar negocios rentables y legales si al final del día la duda sentimental me traiciona.


Quiero seguir con mi vida, con mi etapa de autoconosimiento total, dejar a un lado todos los cuestionamientos filosóficos y concentrarme en felicidad tangible, sin embargo, una personita de apariencia inocente, ojos hermosos y piel sueve se atrevió a despojarme de mi concentración, encontró la manera de alojarse en mi cerebro y no se ha querido salir; yo recuerdo que mi vida era pues sencilla hasta que ella apareció para para robarse mi seguridad, hacerme pagar karma, desacomodar mi desmadroza pero armónica vida.


Esa personita adictiva y peligrosa es Aquiles, lo que significa que no le bastará con matarme sino que no honrará de forma alguna mi cadáver; aún así no veo forma de quedarme en la seguridad de las murallas, quiero intentarlo... quiero pelear, reirme en el camino y descubrirme, perder más el control de mi vida buscando por fin lograr recuperarlo, averiguar "qué tal sí" ser parte de un equipo.



Soy Héctor y ella es Aquiles... al menos por las próximas 23-20-18 horas